El bruxismo consiste en el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes sin ningún objetivo masticatorio, durante el día, durante la noche o ambos. Es la actividad nociva más frecuente para el sistema masticatorio.
Es un hábito muy arraigado en la sociedad moderna, relacionado con situaciones de stress, ansiedad, frustraciones diarias o estados depresivos. La Sociedad Española de Periodoncia estima que el 75% de la población adulta de España la padece. Para el Consejo Superior de Odontólogos y Estomatólogos cifra esta cantidad, después de la crisis, en el 50% de toda la población
Es más frecuente que se comience a manifestar durante el sueño, cuando han desaparecido los mecanismos de alerta. Por eso muchas veces no somos conscientes de ello.
Si no se trata, puede llegar a ser una enfermedad muy invalidante.
En sus primeros estadios el bruxismo afecta a los dientes que empiezan a desgastar su esmalte. De ahí van desgastando la dentina y acortándose hasta llegar a pulpa. Simultáneamente comienzan a aparecer lesiones en la articulación temporomandibular, con chasquidos, dolor y/o bloqueos de la misma en la apertura bucal.
Como en casi todos los problemas relacionados con la salud, la prevención es lo más eficaz, sencillo y económico. El diagnóstico precoz por el dentista permite poner tratamiento.
Este tratamiento es multidisciplinar:
Son aparatos realizados con resina transparente rígida que se colocan sobre la arcada superior o inferior, haciendo una doble misión.
Es una enfermedad que va afectando progresivamente a los tejidos de soporte del diente, avanzando desde los más superficiales (encía) hasta los más profundos (hueso).
Es una afección particularmente grave, ya que en los grados más avanzados, cuando la destrucción ósea es grande, conduce irremediablemente a la movilidad y pérdida dentaria.
Es una enfermedad que da síntomas de manera precoz, como es el sangrado de las encías, pero que no suele ser valorada en su justa medida, porque es indolora.
La fase más avanzada de la enfermedad, que se llama piorrea y cursa con la pérdida de las piezas dentarias.
Además estos pacientes suelen ser menos propensos a la caries, por lo que creen tener una dentadura muy sana y no tienen nada anormal en su boca. Son los pacientes, que menos suelen acudir de manera preventiva al dentista y el diagnóstico precoz es difícil.
Es importante saber que la evolución de la enfermedad puede frenarse e incluso detenerse, tanto mejor, cuanto más precoz es el diagnóstico y el tratamiento.
Primero aparece la inflamación de la encía, lo que conocemos como gingivitis, que es totalmente reversible, al no haber destrucción de tejidos. En esta fase puede permanecer muchos años sin continuar evolucionando. Si no se soluciona, evolucionará hacia la periodontitis, en la que se afecta además de la encía el hueso subyacente, con destrucción del mismo.
La causa más frecuente suele ser la acumulación de placa bacteriana y sarro. También es muy frecuentes en caso de trauma oclusal. Existen otros factores de tipo hereditario, hormonal, medicamentos, que se pueden añadir a las posibles causas.
El más importante es el preventivo. Consiste en el cepillado dental y el uso del hilo dental por parte del paciente para la remoción de la placa bacteriana. Por parte del dentista es la tartrectomía o limpieza dental del sarro o placa bacteriana calcificada. En algunos casos es preciso el uso de antibióticos y colutorios con antisépticos para las gingivitis más agudas.
El tratamiento curativo de la enfermedad periodontal ya establecida requiere además de las medidas anteriores, el raspado de las raíces de las piezas dentarias y las bolsas periodontales. Y si aún así no mejora habrá que realizar cirugía abriendo la encía para eliminar la placa bacteriana y sarro de las raíces y el tejido enfermo.